Lo que generalmente llamamos “Rock Nacional” reúne a una amplia gama de bandas y solistas de variado estilo que van desde León Gieco a Babasónicos. Este gran paraguas musical, que alberga diversas producciones que de seguro en otras geografías ocuparían lugares distintos en las bateas de las disquerías y radio locales, tiene, sin embargo, una característica interesante: de tanto en tanto aparecen, no bandas, pero sí al menos canciones que levantan las viejas banderas contestatarias del “Rock”, con otras que aportan agudas críticas sobre la realidad social. En esta oportunidad no quiero hacer referencia a la época de oro de la música contestataria  en la Argentina, sino ubicarnos en una coyuntura específica como lo es el bienio 2001-2002 para intentar hacer un análisis en algún punto clasista.

Podríamos intentar hacerlo en clave obrerista y recurrir al pegadizo “los mejores, los únicos, los métodos piqueteros” de Las manos de Filippi; sin embargo, preferimos apuntar hacia otra sector de nuestra sociedad y ver quién ha reflejado de mejor manera el sentir de esa famosa “clase media argentina”. A nuestro humilde entender, uno de los que mejor supo captar el sentir de lo que ocurría en esta clase fue Kevin Johansen (y lo digo como un apasionado oyente de su música y miembro de esa clase sobre la que escribo). Su disco del 2002 presenta algunas canciones que nos permiten sostener esta cuestión.

“Sur o no Sur”, esa joyita musical del Des- Generado (como a él le gusta que lo llamen), muestra en parte la realidad social argentina al momento de desatarse la crisis que llevó a la renuncia del presidente De la Rúa y las disyuntivas en las que deambulaba gran parte de esa clase media. “Puerto Madero” da en el clavo con respecto a lo que estaba pasando en Buenos Aires. Por un lado, una ciudad atractiva para el turismo internacional por su propuesta cultural, su Historia, su arquitectura y por lo barato que era visitarla, devaluación mediante, y por otro, una ciudad de la cual muchos argentinos intentaban escapar. Johansen nos dice:

«And all the people that aren’t from here would like to come and stay
And all the people that are from here just want to get away
And all the people that aren’t from here would like to come and stay
And all the people that are from here just want to go to Spain».

Esta dualidad expresada entre los que se ven atrapados por los encantos de la ciudad y aquellos alcanzados por la crisis social que no les daba respiro ya se manifestaba en la canción que da título al disco, “Sur o no Sur”.

«Me voy porque acá no se puede,
me vuelvo porque allá tampoco
Me voy porque aquí se me debe,
me vuelvo porque allá están locos
Sur o no sur…».

Esa clase media que buscaba un horizonte mejor haciendo largas colas en embajadas, que desempolvaba un pasado italiano o español hasta ese momento intrascendente, convivía con los españoles, ingleses, brasileros y yanquis que empezaban a circular por la ciudad, pero también con los “otros”. Esos que no tenían la posibilidad de vender todo, pagar los pasajes e irse a Spain, porque no tenían nada que vender y sólo les quedaba protestar tratando de hacer sentir sus justos reclamos, y que Kevin reflejaba de esta manera en Puerto Madero:

«Oh, I love el Microcentro, las baldosas flojas para verte la cosa
Los adoquines, los excesos en Congreso, all the piquetes…».

Si en el 2002, 2003 estas descripciones de Johansen pasaron inadvertidas para aquellos que empezaban a militar en organizaciones sociales y agrupaciones estudiantiles (como quien esto escribe)  por no tener un tono combativo como Las Manos de Filippi, la distancia con los procesos nos permite recuperarlas y ver en Kevin Johansen no sólo a un simple cantante de lindas baladas, sino a alguien que también se permite reflexionar sobre su propia realidad sin por eso hacer de esto una bandera. Su capacidad de análisis ya se dejaba ver cuando en “The Nada”, su disco debut, aparecía una canción que en parte también refleja el comportamiento de otro importante sector de clase media que se volcaba a la militancia sin mucho pasado, con poco futuro y sólo como una forma de canalizar su descontento con una realidad con la que no quería saber nada, y que buscaba íconos y figuras con las cuales identificarse, en un momento donde las identidades políticas estaban trasformándose y la clase política sufría una crisis de legitimidad.

«Todos se compran la remerita del Che
Sin saber quien fue
Su nombre y su cara no paran de vender…

Parecen McGuevara’s o CheDonald’s
Parecen McGuevara’s O CheDonald’s».

McGuevara’s o CheDonald’s, sin embargo, nos daría pie para hablar de militancia estudiantil, y referirnos a progresistas, marxistas y marcianos, pero esa es otra historia que quedará para más adelante. Quedémonos, por ahora con Johansen como metáfora de la crisis del 2001 para la clase media y escuchemos estas dos grandes canciones.

Alejandro Morea – De la redacción