Esta es una historia de violencia, de violencia escolar, de aquello que ahora se llama bullying y que no es otra cosa que el hostigamiento y la violencia entre estudiantes. El contexto, sin embargo, es otro. La historia de Evil (Solo contra sí mismo) transcurre en Suecia a mediados del siglo XX (las alusiones a Elvis y Charly Parker así lo sugieren); un país monárquico en tránsito a la socialdemocracia por ese entonces.
El protagonista es Erik Ponti, un estudiante violento que es expulsado de todo el sistema público sueco y que tiene que terminar sus estudios, cumpliendo el deseo de su madre. Su casa también es un ambiente violento. Su padrastro lo golpea a cinturonazos y su madre para evadirse toca el piano. Ella es quien decide, entonces, enviarlo al internado Stjärnsberg, reducto educativo de los nobles y ricos suecos, donde Erik como última oportunidad deberá terminar sus estudios.
Stjärnsberg no es una escuela común: es de elite, pero donde la disciplina es sostenida por los propios estudiantes. Es todo el ejemplo de un orden social que en nada se condice con el que el sistema público intenta abarcar por ese entonces. Las escenas del comedor son ilustrativas del clima reinante en la escuela. En las mesas se ubican los estudiantes según el título nobiliario de sus padres, luego por su riqueza en orden decreciente. La disciplina es ejercida brutalmente por los miembros del consejo estudiantil, a través de una serie de castigos brutales, como el golpe de la vinagrera, el golpe del cuchillo, el rincón del burro, el ring: castigos que tienen un orden establecido y una consecución específica.
Como decíamos, la escuela es un reducto de los nobles, que ven con malos ojos la iniciativa socialdemócrata que se está llevando a cabo. De hecho, abundan las especificaciones al respecto. El presidente del Consejo Estudiantil, Otto Silverhielm, se refiere al profesor Berg, entrenador de deportes, como “no es tan malo pero dicen que es socialdemócrata”. Párrafo aparte merece el profesor de Historia: un nazi acérrimo que cree que las diferencias físicas devienen de tipos raciales como “germánico” y “sureño”.
Este orden social empieza a tambalear con la llegada de Erik. Advertido por su compañero de habitación y luego su más fiel amigo, Pierre Tanguy, de que debe hacer lo que le dicen y evitar destacarse, Erik trata de terminar sus estudios en la escuela pero resistiéndose a los castigos, tratando de no sacar la violencia que ya ha manifestado en otras instituciones. Éste es el camino del protagonista, y es por ello que está “sólo contra sí mismo” (tal su título en castellano). Encontrará, sin embargo, apoyos para su cometido. Al de Pierre, se le sumará pronto el de Marja, miembro del personal de servicio escolar que pronto comenzará un romance con Erik, lo que está terminantemente prohibido en el orden stjärnsbergiano.
La persecución contra Erik se incrementa, dada su capacidad de soportar tal cantidad de atropellos. Pronto, la estrategia se dirige a sus amigos de la escuela, por traslación, como forma de dañarlo a él y obligarlo a reaccionar. La violencia se encuentra legitimada en el ring, único momento donde puede defenderse, pero en inferioridad numérica. Allí, su experiencia en muchas peleas previas en otras escuelas da como resultado la derrota de sus dos contendientes. Sin embargo, las vejaciones y tormentos no cesan.
Erik es inteligente, quiere ser abogado y es el mejor nadador de la escuela. Encontrará finalmente la manera de librarse de Silverhielm, el presidente del consejo y antagonista principal del film, acabando tras la humillación de éste con el acoso, persecución y violencia de los estudiantes, en una escuela que parece que pronto no será la misma.
Ondskan (título original) significa “malvado”. Así es estigmatizado el protagonista hasta que llega a Stjärnsberg. Es allí, donde verdaderamente existen malvados -que no son otros que los cultores de un orden social que empieza a modificarse-, que aprenderá a doblegar y controlar esa maldad, a cuenta gotas, para finalmente acabar con ella.
El film, estrenado en 2003, está basado en la novela de Jan Guillou y fue nominado al Oscar como mejor película de habla no inglesa. Dirigido por Mikael Häfstrom y protagonizado por Andreas Wilson, la cinta nos sumerge lentamente en una historia atrayente y que, si bien sabemos que el protagonista la superará, desconocemos el momento y la forma que tendrá la solución encontrada por Erik.
Evil es una película que, a pesar de estar situada en contextos muy diferentes, sirve para analizar y pensar la educación y la violencia, temas de gran actualidad en el último tiempo. Se inserta en un conjunto de films de reciente aparición (digamos dentro de los últimos diez años) preocupados por estas temáticas, como La ola (2008) y Entre los muros (2008) a los que podríamos sumar Elephant (2003, de Gus Van Sant, sobre la masacre de Columbine) conformando una filmografía arbitraria pero en gran medida interesante para visitar estos lugares. La puerta está abierta…
Benjamín M. Rodríguez –De la Redacción